Estamos ante una obra de argumento sencillo, bastante lineal, y ritmo lento. Vamos, todo un conjunto de despropósitos gracias a los cuales Gabel construye un bálsamo que lejos de aburrir fascina al espectador.
Como ocurre con los buenos western, pese a que no nos encontremos ante uno, lo importante no es la historia que se nos cuenta sino la forma de contarla. Del mismo modo ocurre con el ritmo, tranquilo, que cuando parece que va a despegar vuelve de nuevo a la calma. El espectador tiene la sensación de dominar en todo momento pudiendo detenerse y mirar a los lados.
Los colores vivos de una nueva orleans agradablemente destartalada. Un sofá en medio del monte como punto de encuentro. Una casa llena de espacios vacíos y el lujo del desorden. Un hombre paseando en batín. Tres individuos rodeados por una cortina de lluvia fumando bajo un porche. Momentos agradables, todos estos y muchos más, que recuerdan una infancia sin normas.
Mención especial tiene el trabajo de Scarlett Johansson como la joven Purslane y por supuesto John Travolta que está increíble como el profesor Bobby Long, todo un sabio, un filósofo de la vida, incapaz de salvarse a sí mismo.
En definitiva hablamos del buen bourbon. Algo que hay que tomar poco a poco, deteniéndose sin prisa a saborear los pequeños detalles.
Buen provecho.
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