En Japón hay muchas leyendas. Dos de
ellas existieron hace poco más de 500 años. Acompañadme a visitar a dos de los
mejores forjadores de armas que han existido.
Ozaki Masamune
También conocido como Gorō Nyūdō
Masamune (五郎入道正宗).
Hay mucha controversia acerca de las fechas pero se sabe que vivió entre el
1280 y el 1330 (Período Kamakura).
Creó espadas conocidas como "tachi" y dagas "tantō" según la tradición Soshu. Espadas sublimes para los recursos de los que se
disponía en la época y, algunas de ellas, de tamaños desproporcionadamente
grandes (las había que llegaban a superar los dos metros).
Una de las técnicas que se le
atribuye es la de laminar una hoja de hierro de un único bloque con acero
trenzado. También se dice que practicaba un ritual de purificación con el que
eliminaba todas las impurezas del metal empleado, algo muy destacable en una
época en la que la materia prima de las espadas solía no ser demasiado pura. Las
espadas de Masamune se convirtieron en algo tan famoso en el Japón feudal que
se consideran portadores de las mismas a personajes tan legendarios como
Miyamoto Musashi o algunos de los 47 ronin, hombres que pueden ser considerado
como los mayores representantes del código Bushido, que seguirían los samuráis
durante siglos.
Sengo Muramasa
Muramasa
Sengo (千子 村正) fue un famoso forjador de armas que fundó la escuela
Muramasa y que vivió durante el siglo XVI (Período Muromachi).
Su escuela en la provincia de Ise
fue famosa por la extraordinariamente afiladas que estaban sus espadas.
Se dice que Muramasa fue un herrero increíblemente
talentoso pero que su carácter era violento y que estaba muy desequilibrado
mentalmente y que precisamente este carácter es el que le transmitía a espadas.
Sus obras fueron muy conocidas por tener una sed sangre desmedida y por empujar
a los guerreros que las empuñaban a cometer suicidio.
Pese a que Masamune y Muramasa no
fueron contemporáneos hay una serie de leyendas sobre ellos dos que son
bastante curiosas. A continuación os relato una de ellas que pone de manifestó el
carácter de ambos personajes:
Una
leyenda cuenta que una vez Muramasa desafió a su maestro, Masamune, a una
competición para ver quién de los dos hacía la mejor espada. Ambos trabajaron
arduamente y sin descanso y cuando las dos espadas estuvieron listas decidieron
probarlas para ver los resultados.
Para
ver cuál de las dos espadas era la mejor decidieron dejar ambas espadas
suspendidas en un arroyo con el filo apuntando corriente arriba. La espada de
Muramasa, la Juuchi Yosamu (10.000 Noches frías/十千夜寒), cortó todo lo que pasó
por su camino; peces, hojas que flotaban en la superficie del río y hasta el mismísimo
aire que pasaba por ahí. Masamune, altamente impresionado por el trabajo de su
discípulo, bajó su espada, la Yawarakai Te (Manos suaves/ 柔らかい手) hasta la
corriente y esperó pacientemente. Ninguna hoja fue cortada, los peces nadaron
por encima de ella y el aire sopló gentilmente encima de la hoja.
Al
poco rato, Muramasa empezó a mofarse de su maestro por su aparente falta de
habilidad para hacer una espada. Masamune, sonriendo para sí mismo, sacó su
espada, la secó y la guardó.
Mientras
Muramasa seguía increpando a su tranquilo maestro, un monje que estaba cerca y
que había visto la competición se acercó a ellos. Muramasa guardó silencio y
miró al monje, el cual empezó a eplicar lo que había visto:
“La primera espada era muy bella y estaba muy
bien hecha, sin embargo estaba sedienta de sangre. Se trataba de una espada
maligna que no discriminaba a la hora de cortar. Podría cortar desde mariposas
hasta cabezas. La segunda espada era sin duda la más bella y perfecta de las
dos, ya que no necesitaba cortar lo que es inocente y no merece ser cortado.”
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