Damas y caballeros, antes de que
comience la función quiero hablaros del desafortunado incidente que
sufrió el bueno de Tom Pale. Sé que desde entonces muchos habéis
dejado de acudir a nuestro, siempre apreciado, doctor Perry H. Well.
Os he visto cabalgar en compañía de flemones como bisontes hacia el
poblado vecino, cuando todos sabemos que a su matasanos se le da
mejor poner herraduras que sacar muelas.
Cuando el mal aprieta y el orgullo
flaquea seguro que más de uno busca cobijo al abrigo de una carreta
ambulante. Brebajes con cocaína, morfina, heroína, ácidos e
incluso alcohol fuera de vaso, habrase visto mayor blasfemia; si bien
algunas de esas sustancias calman el mal, usadas en demasía calman
también los bienes. Que hay jarabes que, con celosa eficacia, para
arrancar de raíz el dolor de nuestros hijos, en más de una ocasión
acaban llevándose de paso al infante.
Y pobres de aquellos que piensen
siquiera en la medicina de los indios. Los más viejos recordarán la
historia de Pat “sin cabello”, de cómo acudió a un brujo indio
y volvió con un corte en la mejilla en forma de equis sin calmar el
dolor. Y cómo al ir a pedir explicaciones volvió con el dichoso
dolor de muelas y su recién ganado mote. Bien es cierto que algunos
hombres medicina conocen plantas y raíces que calman el dolor, pero
no seré yo quien vaya a preguntarles.
Para aquellos que miréis con envidia
al civilizado Este. Sabed que nuestros estirados vecinos, preocupados
en novedades y tecnologías, usan cepillos con electroimanes en el
mango y la promesa de mantener sanos los dientes, devolviendo la
blancura natural del esmalte. ¿Qué será lo próximo?
¿Electroimanes en collares o pulseras como amuletos para fortalecer
músculos y huesos?... civilización.
Es cierto que algunos limpian sus
dientes con carbón; mirra, miel y salvia verde; o mezclas más
osadas como hueso de sepia, crema tártara, drop lake y aceite de
trébol; pero no nos engañemos, a la hora de la verdad, mantener
fresco el aliento con fresas no soluciona el problema. Cuando la
dentadura toca retirada sólo hay tres cosas capaces de actuar con
eficacia: nuestro buen doctor, su bote de óxido nitroso y un par de
tenazas.
No estamos ante un simple barbero,
todos estáis cansados de oírle decir cómo estudió junto al
mismísimo Doc Holliday en el Colegio de Cirugía Dental de
Pennsylvania. Sólo el Señor sabe por qué este gran hombre decidió
ofrecer sus magníficos servicios a este pueblo perdido. ¿Qué
importan algunos problemillas con el alcohol? ¿Son tantos los 8
dientes que perdió Tom Pale por equivocación; acaso el resto no
cometemos errores?
Va siendo hora de que pensemos como
comunidad, no como salvajes egoístas, y ayudemos a nuestro prójimo.
Yo me comprometo a que el Five Minute's Saloon deje de servir
alcohol, durante el día, al Dr. Perry H. Well. Y os propongo, en
este mismo momento, reunir el dinero suficiente para comprarle unos
anteojos decentes con los que pueda diferenciar con claridad las
piezas de la boca.
Si sois tan amables de poner algo de
dinero en el sombrero que lleva la bella Betty, vosotros mismos lo
agradeceréis. Y ahora, si me disculpáis, debo dejaros un momento.
Como siempre: disfrutad del espectáculo.
1 comentarios:
Sencillamente genial.
Mis más sinceras felicitaciones!!
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