Señores, a pocos días del cambio de año quedan todos invitados
a un menú revigorizante. Una película ambientada en el oeste que nos habla
del hambre y el amor al prójimo. En fechas como estas se agradece que la gente
valore una buena mesa, con sus comensales y comestibles.
No se trata de un film que exalte los valores típicos de
estos días sino algo un poco más crudo, voraz, sanguíneo y visceral, al tiempo
que cortés y educado. Devorar a dentelladas todo cuanto te rodea y limpiar delicadamente
los chorretones de sangre con una elegante servilleta de tela.
A caballo de una vieja leyenda india llega este cuento de
superación, triunfo y victoria. De cómo arrollar cualquier escollo para conseguir
la meta escogida. La certeza del
fuerte y la manifiesta necesidad de mantenerlo
con vida; todo un mundo al servicio del estómago propio.
Permítanme tan sólo una mención a la banda sonora de Michael
Nyman y Damon Albarn: excelente, estrambótica y hecha desde las entrañas que
fluye perfectamente por las venas del film. Esta vez no hay tráiler, acepten el
reto y no busquen nada al respecto, véanla y ya hablamos.
Un reconstituyente que entona el cuerpo hacia la excelencia;
no nos importa el precio.
Por última vez: buen provecho. Intenten no atragantarse.
Feliz año.
0 comentarios:
Publicar un comentario