Pasada la resaca de la fiesta japonesa de la última semana, las Puertas de Tannhäuser vuelven a abrirse una vez más para llevarnos a los rincones más recónditos de la fantasía. Hemos visitado planetas desérticos, cabinas telefónicas que surcan el tiempo y el espacio, estaciones diplomáticas en los confines del universo y antiguos castillos refugio de magos. Hoy, toca coquetear de nuevo con las leyes del tiempo a bordo de uno de los artilugios temporales que más cariño despierta en toda una generación de cinéflilos de pro: la máquina del tiempo DeLorean.
Inventada, diseñada y construida por el doctor Emett Brown en 1985 tiene diversas peculiaridades, la más llamativa de las cuales es estar integrada en un De Lorean DMC-12. Un coche que, por méritos propios y por su vinculación a la máquina del tiempo del doctor Brown ha entrado en el Olimpo de los coches más emblemáticos de la Historia.
Lo cierto es que el De Lorean DMC-12 (o De Lorean a secas, ya que fue el único coche que fabricó la compañía) tiene dos características que lo hacen tan cool... tres si añadimos su participación en la trilogía de Regreso al Futuro. Su carrocería en acero inoxidable y sus puertas en forma de ala de gaviota, que le dan un estilo reconocible al milisegundo.
Lo cierto es que el recorrido del De Lorean en el mercado fue bastante breve, estando en producción entre 1981 y 1982, período en el que se estima que se fabricaron unas 8.500 unidades. De ellas, al menos 5.000 se conservan hoy en día. Y menos mal, porque el día que sea asquerosamente rico (llegará, llegará, no os preocupéis) pienso autorregalarme uno, condensador de fluzo incluido.
¿Condensador de fluzo? ¿mande? Aparte de un mítico error de traducción del flux capacitor de la versión original, el condensador de fluzo es el alma del DeLorean tuneado por el bueno de Emett Brown, el que permite al coche moverse entre épocas. El mecanismo es sencillo: sólo necesitamos un sitio al que ir, un DeLorean retocado al estilo Back to the Future, un condensador de fluzo tras el asiento del conductor, un puñaico de uranio cortesía de unos amables terroristas libios y alcanzar una velocidad superior a las 81 mph. El DeLorean se encarga del resto, gracias a su carrocería de acero inoxidable y al ingenio del doctor.
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