No es coincidencia que tras la influencia del día de Halloween, las temáticas de terror, tanto en cine como en literatura, nos atraigan más que en cualquier época del año. Es lo mismo que ocurre cuando la proximidad de fiestas navideñas se asocia con las guirnaldas, con el muérdago colgando de la puerta de entrada o con las estufas funcionando a todo gas. Y en este caso, en estas fiestas en las que todos los artistas intentan versionar las mismas cansinas canciones navideñas de cada año, también nos sugestiona el terror de la visita de familiares.
Pero aún queda un mes para que empecemos a notar esa avalancha de consumismo e hipocresía, así que vayamos a por un miedo mucho más cercano aprovechando la resaca del Día de los Muertos. Esta vez os presentamos Benjamin, del escritor argentino Federico Axat, en la que un niño ha descubierto un desván en su casa que le permitirá comprobar que su familia no es tan idílica como parece...¿qué haríais si tuvierais la oportunidad de espiar a vuestros seres queridos?
Lo cierto es que llevaba tiempo atraído por la sinopsis de este libro, pero se publicó a 20€ y lo cierto es que no me atrevía a comprarlo. No tenía referencias de este autor y la idea me echaba para atrás, hasta que hace una semana lo adquirí por un precio más que apetecible y decidí aprovechar estos días para empezar a leerlo.
Benjamin es un niño aparentemente normal que vive en una zona residencial en un pueblo norteamericano ficticio llamado Carnival Falls. Tiene las preocupaciones de cualquier niño pero lleva observando desde hace un tiempo que su madre, con la que no tiene una relación estable, guarda ciertos secretos que no puede entender.
Un día descubre que hay una trampilla oculta en el baño de su casa y decide descubrir que se esconde. Se sorprende al comprobar que la trampilla da acceso a un desván que, al parecer, nadie tenía conocimiento de su existencia. Esa primera experiencia lo dejó marcado cuando espió a su hermana desde las sombras y comprobó de primera mano lo que se dedicaba a hacer en la intimidad de su habitación.
Entonces, Benjamin decide, en un arranque de rabieta infantil contra su madre, que iba a darles un buen susto y, de paso, conseguir truncar los planes de vacaciones de sus padres: se haría pasar por muerto y se escondería en el desván.
Visto así, la idea es increíblemente original. Seguramente alguna vez os han preguntado: Si fueras un superhéroe, ¿qué superpoder te gustaría tener? Estoy convencido de que muchos de vosotros habríais optado por la invisibilidad. De entre todos los poderes sobrenaturales basados en los sueños de nuestra mente perversa, el hecho de no ser visto por el resto, de poder entrar y salir a nuestro antojo de cualquier lugar, de poder cumplir nuestros deseos más oscuros sin repercusiones...todo eso y más, tiene una especial atracción que despierta nuestra imaginación hasta pensamientos inconcebibles.
Ahora vayamos al libro en sí. Tiene aproximadamente 500 páginas, separadas por capítulos, dentro de los cuales se dividen las diferentes situaciones de forma numerada. Está muy bien estructurado y nos muestra fechas exactas del desarrollo de la historia, lo que nos permite situarnos en el tiempo.
No obstante, y ya entramos en la parte subjetiva del asunto, la redacción deja muy poco a la imaginación. La calidad (por otra parte notable) de las descripciones se convierte en un raíl lineal que, si bien nos aproxima fielmente a cada una de las reacciones y movimientos de los personajes, se antoja excesivo. El autor se decanta por explicar hasta los más mínimos detalles de objetos o comportamientos irrelevantes que recargan la lectura hasta llevarnos al auténtico objetivo de esa sección del relato.
También ocurre lo mismo con los personajes principales y los secundarios. Es lógico que si los secretos que Benjamin descubre no tuvieran antecedentes, la historia carecería de sentido. Pero una cosa es dedicar unas páginas o pequeños flashback que resuman las vivencias de cada uno, y otra muy distinta es analizar con pelos y señales el pasado más lejano. Además, se nos presentan a personajes que no tendrán la más mínima relevancia en la trama de una forma que hace pensar que sí lo harán y, para mi punto de vista, es una pérdida de tiempo.
Lo último que puedo contar como negativo es la falta de protagonismo de Benjamin. Cuando llegamos al final del libro y descubrimos qué es lo que ocurre realmente podemos entender por qué el niño no ocupa la mayoría de páginas, pero sí es cierto que las partes más emocionantes, las que demostraba que la oscuridad del desván se estaba apoderando de él, no son suficientes y uno se queda con ganas de más paranoia infantil.
De todas formas, aunque su lectura se hace algo pesada es un buen libro y una alternativa al terror clásico. Yo al menos me he alegrado de no tener un desván y se me han quitado las ganas de querer saber nada más de mi familia. Cada uno a lo suyo y Benjamin a lo de todos.
¿Cuántos Minutos Más se merece (sobre 5)?
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