Ayer volví a ver Scott Pilgrim contra el mundo y me reafirmo en las sensaciones que ya me produjo cuando fui de los pocos afortunados que logró verla en el cine (gracias al mono amaestrado que gestionó la distribución de la película, cúmulo de despropósitos que da para otro post): estamos ante una oda a la cultura del ocio electrónico como pocas veces se ha visto. Hay quien ha dicho que es una película adelantada a su tiempo, un clásico moderno o, simplemente, una película del montón. Yo lo único que sé es que, como le pasa al cómic en el que se inspira, Scott Pilgrim contra el mundo tiene la virtud de expresar como pocas el ambiente de la primera década de dle siglo XXI. Desenfadada, frenética y sin pretensiones. Pura delicia visual vagamente real.
Scott Pilgrim es una serie de novelas gráficas creadas por el canadiense Bryan Lee O'Malley, publicadas entre 2004 y 2010 que giran en torno a las desventuras de Scott Pilgrim, un veinteañero de Toronto cuya vida es un auténtico desastre: no estudia, no trabaja, está tan pelado de pasta que comparte zulo y cama con un amigo gay, toca en un grupo cutre y ha empezado a salir con una colegiala, hecho por el que familiares y amigos no dejan de reirse de él. Su vida cambia cuando conoce a Ramona Flowers, una extraña chica estadounidense recién llegada a la ciudad, con la que empezará un tortuoso romance. Lo que no sabe Scott es que los siete exnovios malvados de Ramona harán todo lo posible por darle su merecido. Con esta premisa tan extraña se despliega ante nosotros una historia llena de acción y referencias frikis con un despligue audiovisual estupendo.
La película llama la atención por varios motivos. Por un lado tiene un ritmo narrativo frenético. Las situaciones se suceden una tras otra a un ritmo endiablado que a veces la vuelve algo caótica (sobre todo al principio). Por otro, el montaje y el apartado visual recurren constantemente a soluciones propias del videojuego y del cómic (barras de vida, letras en pantalla, continues, acompañamiento de texto en las onomatopeñas, cambios de planos viñeteros...) que nos sumergirán en un universo conocido en el que los guiños a los juegos de lucha, musicales, de skate, a las guerras de banda, a las películas de acción, de bollywood o a las artes marciales se vuelven constantes.
En cuanto a las actuaciones, los secundarios brillan por encima de los actores principales. Tanto Scott (interpretado por un correcto Michael Cera, que ya lleva la cara de panolis incorporada) com Ramona (Mary Elizabeth Winstead) dejan paso a una serie de secundarios a cada cual mejor, de ésos a los que te hubiera gustado que darles más protagonismo.
Y hasta aquí la entrada, que tampoco es plan de extenderse contando cosas de la peli, eso sí, como suele pasar, sigo prefiriendo los cómics. A vosotros, ¿qué os pareció?
Y hasta aquí la entrada, que tampoco es plan de extenderse contando cosas de la peli, eso sí, como suele pasar, sigo prefiriendo los cómics. A vosotros, ¿qué os pareció?
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