Hace unos días os hablaba de Sangre Maldita como la cara oscura del western hecha prosa. Hoy tenemos el anverso de la moneda, un western clásico marcado a fuego sobre papel. Con una redacción absorbente e impecable, Oakley Hall echa abajo los decorados y nos muestra el western desde dentro.
De nuevo se demuestra la importancia de cómo se cuenta una historia. A primera vista estamos ante el clásico enfrentamiento del lawman contra el outlaw; el comisario Clay Blaisedell, honorable e infalible, contra el pérfido Abe McQuown y sus cuatreros. Pero Warlock va mucho más allá.
La creación de semihéroes, su enaltecimiento y posterior desmitificación. La cobardía como primera causa de despotismo. La necesidad de aprobación social. La grandiosidad del ser humano, el miedo, la traición y la mediocridad. Si alguna vez habéis pensado leer algo de western, ésta es una de las mejores opciones.
Warlock, escrita en los años 50, nada tiene que envidiar a las obras actuales y sí mucho que enseñar. Tanto el retrato psicológico de cada uno de los personajes como el realismo presente en toda la obra, hacen que esta novela envejezca con honores. Una obra equilibrada lejos de puritanismos y excesos.
Existe una película de 1959 de título homónimo, El hombre de las pistolas de oro en España, dirigida por Edward Dmytryk y protagonizada por Richard Widmark, Henry Fonda, Anthony Quinn y Dorothy Malone. Así mismo el personaje principal de la reciente Apaloosa parece beber del mismo Clay Blaisedell.
Un estofado de los de siempre, con un toque especial, en su perfecto punto de cocción.
Buen provecho.
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