En el mundo de los tebeos hay obras olvidables, normaluchas, previsibles, recomendables y, también, obras necesarias, por el motivo que sea. Obras que nos permiten (y esta es una inmersión que el lenguaje comiquero permite como pocos) sumergirnos en otras realidades y puntos de vista con una naturalidad pasmosa. Que son una ventana hacia problemas en los que, de otra manera, no habríamos reparado nunca, porque escapan a nuestro día a día y a nuestros referentes.
El coche de Intisar (Glénat), de Pedro Riera y Nacho Casanova es una de estas obras necesarias. En este caso, más que por la calidad o el contenido, por lo sugerente de la propuesta. El proyecto nació a raíz del viaje de Pedro Riera al Yemen, junto a su mujer, donde pasaron un año por cuestiones de trabajo. Durante todo este tiempo fueron destapándose las diferencias abisales entre el mundo yemení y el occidental, principalmente el papel de la mujer en la sociedad. A través de decenas de entrevistas y de una fuerte labor de documentación, intentaron entender los detalles del mundo donde vivian. Y así nació El coche de Intisar, una ventana a Yemen construída con las anécdotas anónimas de cuarenta mujeres que, como un collage, configuran la personalidad de la joven Intisar, nuestra protagonista, cuyos pasos iremos siguiendo a través de 200 páginas.
Si tenéis la oportunidad de que pase por vuestras manos, dedicadle cinco minutos. No os arrepentiréis.
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