Andrew Ender Wiggins no es un chico normal. Para empezar es el tercero de tres hermanos, cosa rarísima en un planeta Tierra en que la superpoblación ha obligado a llevar a cabo estrictas políticas de natalidad. ¿El motivo? Un permiso especial del gobierno concedido al ver la capacidad de sus dos hermanos mayores, Peter y Valentine, con una única condición: que el joven Ender ingresara en la Escuela de Batalla, donde lo instruirían.
Y es que la Tierra, en 2070, se encuentra atenazada por una inquietante amenaza exterior. Los insectores, una extraña raza alienígena, han protagonizado ya dos intentos de invasión en los que la raza humana sólo consiguió salvarse in extremis. En la Escuela de Batalla, una estación espacial donde se preparan a los oficiales de la Tierra, se busca la manera de evitar la destrucción de la Humanidad durante la tercera invasión insectora.
El Juego de Ender es una novela cautivadora por muchos motivos. Nos habla de la forja de un líder y de la soledad que ello conlleva. Debido a su gran potencial como estratega, Ender es visto por los dirigentes de la Tierra como la última esperanza ante los insectores. Por ello, no dudarán en manipular su aprendizaje en la Escuela de Batalla para convertirlo en todo aquello que necesitan, sin importarles su soledad, sus miedos ni sus esperanzas de paz.
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