El Universo Marvel tiene una vastedad temporal que asusta. Más de 50 años inininterrumpidos tejiendo historias y personajes. Entrelazando tramas y haciendo evolucionar, como el ritmo mismo de la vida, las relaciones entre sus distintos elementos.
50 años dan para mucho. Cualquier lector aficionado al género lo sabe. Personajes que caen en el olvido y reaparecen décadas después de la mano de nuevos guionistas, para reclamar su lugar en el status quo del Universo Marvel, para exprimir su potencial; reinterpretaciones de situaciones, narradas desde nuevos puntos de vista, tramas ocultas que hasta ahora nunca habían visto la luz, historias que se dedican a explicarnos los huecos que han ido quedando entre sagas. Todo ello hace del Universo Marvel algo vivo, siempre en constante movimiento entre la innovación y los orígenes. Entre la tradición y la ruptura.
Thor: Primer Trueno va un poco en esta línea. No es otra cosa que una miniserie ambientada en los primeros tiempos del Thor marvelita, donde se nos cuentan esas historias originales del personaje que nunca vieron la luz, actualizadas a los gustos modernos pero con ese sabor de la Marvel de los 60 que nos sigue robando el corazón a muchos.
No esperéis grandes giros de guión, ni una profundidad de personajes abrumadura. Mucho menos una redefinición del género. Son sólo un puñado de aventuras de un Thor inexperto, recién despertado a un mundo que ha avanzado sin él, de un Donald Blake definido por sus temores, de una Nueva York recién consciente de las maravillas que están por venir, conmocionada por las noticias que llegan de Los 4 Fantásticos, Spiderman o las primeras manifestaciones mutantes.
Una lectura ligera, con una dosis de añoranza de tiempos más felices, donde todo era luz, los buenos buenos y los malos malísimos.
Con la sencillez de cuando éramos niños.
Con la sencillez de cuando éramos niños.
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