Aquí, en pequeño comité, he de confesaros una cosa: tengo miedo, mucho miedo. Uno es consciente de sus vicios, sus defectos y sus debilidades y más cuando tienes frescos los precedentes inmediatos. ¿Que de qué estoy hablando? Pues ni más ni menos que del hecho que queda poco para que El temor de un hombre sabio (The Wise Man's Fear), la segunda parte de la trilogia de Patrick Rothfuss sobre Kvothe, el Asesino de Reyes, caiga en mis manos. No es para tanto, diréis... bueno, la cuestión es que estoy hasta arriba de trabajo y tengo fresco en la memoria que las 900 páginas de El nombre del viento no me duraron ni 24 horas. ¿Me entendéis ahora?. Pues eso...
Hace unos meses dejé en mi blog personal mis impresiones sobre El nombre del viento. Aprovechando el hecho de que en cuanto consiga vencer mi sentido de la responsabilidad y me lea su continuación os dejaré aquí mis sensaciones al respecto, os corto/pego parte de ese texto de hace unos meses:
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El nombre del viento es la primera de una serie de novelas sobre un gris posadero que regenta una pequeña posada en un insignificante pueblucho. Esto no sería excesivamente interesante si no fuera porque, en realidad, no es otro que Kvothe, el Asesino de Reyes, aquel del que todos cuentan innumerables relatos y hazañas y que ha decidido apartarse del mundo y vivir en el anonimato más absoluto. Héroe, villano, ladrón, asesino y mago, alrededor de cualquier fuego o en el bullicio de toda taberna, gente de todo tipo cuenta infinidad de relatos sobre él. Aunque lo que nadie sabe es lo único que importa: la verdadera historia de su vida.
Y ése es el punto que la novela intenta remediar. Un día, a la posada llega un visitante inesperado: el Cronista. Atraído por su instinto y ciertos rumores, dispuesto a escribir las memorias de Kvothe. Éste accede: durante tres noches le contará todo lo necesario para comprender sus actos. Y justamente lo contado esa primera noche es el material que da forma a El nombre del viento.
Como siempre, no entraré en los detalles del libro; prefiero que los vayáis descubriendo vosotros mismos. Señalaré únicamente algunos puntos que me han llamado la atención:
Por lo que he leído por ahí y me han comentado algunos conocidos, no soy el único al que el libro ha mantenido enganchado hasta devorarlo. Creo que la culpa la tienen varios factores que, combinados, hacen que el libro gane muchos enteros pese a – y eso tampoco se puede negar – el hilo argumental no deje de sonar a típico algunas veces. Eso no es necesariamente malo, Rothfuss maneja de manera solvente situaciones y lugares comunes, recurriendo a ellos sin que suenen a un tema ya tocado.
A mi parecer, hay tres elementos que marcan el libro: la narración en primera persona, que le da un potente toque inmersivo y permite empatizar con el protagonista, el ritmo que impone el tamaño variable de los capítulos (algunos llegan a durar apenas una página) y la dualidad presente-pasado que se establece a lo largo del texto. Ésta última se basa en uno de los hilos conductores de El nombre del viento: la relación entre realidad, ficción y mentira que se va tejiendo en torno al personaje y sus vivencias personales.
En definitiva, un descubrimiento agradable del que acaba de salir la segunda parte en inglés (The Wise Man's Fear – El temor de un hombre sabio) y que para noviembre tendremos disponible en castellano. Por mi parte, espero con ganas este segundo volumen, que promete precipitar la acción y aclarar tramas que han ido apareciendo en El nombre del viento porque, en el fondo, el regusto que deja el libro es el de ser una introducción de casi 900 páginas de una historia de la que apenas vislumbramos nada.
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